Un pequeño acto de bondad puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Un trabajador de una fábrica de pescado congelado experimentó un evento que nunca olvidaría. Durante su turno, quedó atrapado accidentalmente dentro del congelador industrial. Desesperado, gritó pidiendo ayuda, pero el turno había terminado, y la fábrica estaba completamente vacía. Mientras el frío helado lo consumió, se dio cuenta de que su destino parecía sellado.

Cuando toda esperanza parecía perdida, sucedió algo inesperado: la puerta se abrió, y el guardia de seguridad de la fábrica lo rescató en el último momento, salvándolo de una muerte segura.

Al día siguiente, el gerente, sorprendido por lo sucedido, preguntó al guardia:

"¿Cómo sabías que estaba dentro y no se había ido con los otros? "

El guardia respondió con sencillez pero profundo significado:

"De todos los trabajadores, él era el único que me saludaba todos los días. Siempre me sonrió y me preguntó cómo estaba. Esa noche, noté su ausencia. No había escuchado su voz ni visto su sonrisa. Sabía que algo estaba mal, así que lo busqué… y lo encontré. "

Un pequeño acto de bondad puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

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