El diccionario, en general, da al adjetivo ‘absurdo’ dos sentidos: «si se trata de su sentido habitual, significa: lo contrario a la razón, al buen sentido, a la lógica y propone como sinónimo irrazonable, inepto, insensato, estúpido».
Según el Diccionario esencial Vox Latino-Español / Español-Latino, lo absurdo se compone del prefijo ‘ab’ (próximo en este caso a la preposición ‘de’) y ‘surdus’ (‘sordo’). La traducción del diccionario es: «Disonante; absurdo; inútil, inadecuado».
En su contexto original, el término se utilizaba predominantemente en el ámbito musical, y se refería, en alto latín, a los sonidos desagradables al oído. El vocablo, trasladado al juicio de un concepto, posibilita que este pueda ser desagradable al oído por desatinado, contrario a la lógica, disparatado. Lo inconcebible, lo que el espíritu no puede pensar es, en último término, lo contradictorio.
Dentro de la literatura, lo absurdo se distingue y se integra en la ficción como un estado filosófico en el que los personajes asumen el carente sentido que tiene la vida y la existencia. El absurdo, en pocas palabras, no está conformado obligatoriamente por acontecimientos ilógicos, humorísticos o carentes de razón. En realidad, se trata de un estado de reflexión y aparente indiferencia que experimentan los personajes y el narrador sobre el acontecimiento sin sentido (absurdo) que les sucede