EL ÁGUILA Y LA NIÑA CIEGA
LA MONTAÑA Y SU SILENCIO El viento susurraba entre los pinos de la montaña, llevando consigo los ecos de un mundo lejano. Sofía, una niña de 8 años, se encontraba sola. Su ceguera no era el único peso que cargaba; había sido abandonada por quienes deberían protegerla. Envuelta en una frazada raída, su pequeño cuerpo temblaba con cada ráfaga helada. La montaña parecía indiferente, pero no estaba desierta. Sobrevolando los picos nevados, un águila calva observaba el panorama. Majestuosa y poderosa, había sido testigo de la dureza de la vida, pero aquella figura diminuta, sentada al borde del barranco, capturó su atención. El águila, que los lugareños llamaban Halcón por su tamaño y agudeza, descendió lentamente. Con un aleteo suave, aterrizó a unos metros de Sofía. Ella giró la cabeza al sentir el viento provocado por las alas, pero no mostró miedo. “¿Quién está ahí?” murmuró la niña, su voz apenas un susurro en la inmensidad. Halcón, por supuesto, no podía responder, pero su instinto lo empujó a acercarse. 2. UN ENCUENTRO INESPERADO Halcón dio unos pasos hacia Sofía, su mirada fija en ella, como si pudiera entender su fragilidad. La niña alargó la mano con cautela, sintiendo el aire, y el águila, sorprendentemente, no se apartó. En un acto que desafió la naturaleza misma, Sofía logró tocar las plumas suaves de su pecho. “¿Eres un ángel?” preguntó con un atisbo de esperanza en su voz. Para ella, el calor que emanaba de Halcón era una respuesta. El ave inclinó la cabeza, como si comprendiera su desesperación. La noche comenzó a caer, y la temperatura bajó aún más. Halcón, en un movimiento casi instintivo, extendió una de sus alas y la colocó alrededor de la niña. Aquella imagen era algo que ningún humano habría creído posible: un águila cuidando de una niña ciega. Mientras la oscuridad envolvía la montaña, Sofía se quedó dormida, segura por primera vez en días. Halcón permaneció despierto, vigilando los alrededores, protegiéndola como si fuera su cría. 3. LA TRAVESÍA HACIA EL VALLE Al amanecer, Sofía despertó con el canto de las aves. Aunque no podía ver, sabía que el mundo estaba vivo a su alrededor. Halcón, inquieto, comenzó a caminar hacia un sendero. La niña, como si comprendiera la intención del ave, se levantó y lo siguió, sus pequeños pies tanteando el terreno. El camino era difícil, lleno de piedras y ramas. Sofía tropezaba a menudo, pero cada vez que caía, Halcón esperaba pacientemente, emitiendo un leve sonido, como si la animara a continuar. En un momento, al llegar a un claro, Halcón dejó escapar un agudo grito. Desde lo alto, otras águilas respondieron. Era como si estuviera pidiendo ayuda. Momentos después, una bandada de aves comenzó a sobrevolar el área, guiando a Sofía hacia el valle. El viaje duró horas, pero al caer la tarde, Sofía escuchó algo que le hizo acelerar el paso: el murmullo de un río y voces humanas en la distancia. 4. EL MILAGRO EN EL PUEBLO Cuando Sofía llegó al borde del pueblo, las personas se quedaron paralizadas al ver la escena: una niña ciega, guiada por un águila y seguida por otras aves. La imagen era casi sobrenatural. Un hombre, Andrés, de 42 años, corrió hacia ella. “¿Estás bien, pequeña?” preguntó, arrodillándose frente a ella. Sofía sonrió por primera vez en días. “Estoy bien gracias a Halcón,” respondió, señalando al ave, que ahora estaba posada en una roca cercana. Andrés levantó la mirada hacia el águila, impresionado. Era como si el ave entendiera todo lo que estaba pasando. Los habitantes del pueblo, conmovidos por la historia de Sofía, decidieron cuidarla. Fue acogida por Clara, una mujer de 50 años que había perdido a su hija años atrás. Clara la llevó a casa, y desde ese momento, Sofía encontró no solo un hogar, sino una familia que la amaba. 5. UN NUEVO COMIENZO Meses después, la historia de Sofía y Halcón se convirtió en leyenda. El águila seguía visitándola, posándose en el árbol frente a su ventana, como si quisiera asegurarse de que estaba bien. Con el tiempo, Sofía aprendió a adaptarse a su ceguera. Andrés, que resultó ser un músico, le enseñó a tocar la guitarra. Clara le leía libros y le enseñaba sobre el mundo a través de las palabras. Un día, mientras tocaba una melodía frente al pueblo, Halcón apareció una vez más, lanzando un grito que resonó en las montañas. Para Sofía, aquel sonido no era solo un llamado; era una promesa de que nunca estaría sola. La niña que había sido abandonada encontró en una montaña helada el calor de un protector improbable y, en un pequeño pueblo, un amor que sanó todas sus heridas. FIN
2 Me gusta
GRACIAS por compartir esta bella y enternecedora historia…
Me encanto
2 Me gusta
Gracias por pasar
2 Me gusta
bonito cuento, gracias bonito lunes
1 me gusta
Feliz inicio de semana @Piel_de_Angel
1 me gusta