´*•.¸(*•.¸♥CoLeCcIoN dE pOeMaS y CaNcIoNeS♥¸.•*´)¸.•*´

CÓMO HAS CAMBIADO PELONA

Cómo has cambiado, pelona,
cisco de carbonería.
Te has vuelto una negra mona
con tanta huachafería.
Te cambiaste las chancletas
por zapatos taco aguja,
y tu cabeza de bruja
la amarraste con peinetas.
Por no engordar sigues dietas
y estás flaca y hocicona.
Imitando a tu patrona
has aprendido a fumar.
Hasta en el modo de andar
cómo has cambiado, pelona.
Usas reloj de pulsera
y no sabes ver la hora.
Cuando un negro te enamora
le tiras con la cartera.
¡Qué…! ¿También usas polvera?
permite que me sonría
¿Qué polvos se pone usía?:
¿ocre? ¿rosado? ¿rachel?
o le pones a tu piel
cisco de carbonería.
Te pintaste hasta el meñique
porque un blanco te miró
«¡Francica, botá frifró
que son comé venarique…!»
Perdona que te critique,
y si me río, perdona.
Antes eras tan pintona
con tu traje de percala
y hoy, por dártela de mala
te has vuelto una negra mona.
Deja ese estilo bellaco,
vuelve a ser la misma de antes.
Menos polvos, menos guantes,
menos humo de tabaco.
Vuelve con tu negro flaco
que te adora todavía
Y si no, la policía
te va a llevar de la jeta
por dártela de coqueta
con tanta huachafería.

Nicomedes Santa Cruz

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VIEJO ESTRIBILLO

¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,

de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?

-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,

es un rayo de luna…

¿Quién gritando mi nombre la morada recorre?

¿Quién me llama en las noches con tan trémulo acento?

-Es un soplo de viento que solloza en la torre,

es un soplo de viento…

Di, ¿quién eres, arcángel cuyas alas se abrasan

en el fuego divino de la tarde y que subes

por la gloria del éter? -Son las nubes que pasan;

mira bien, son las nubes…

¿Quién regó sus collares en el agua, Dios mío?

Lluvia son de diamantes en azul terciopelo…

-Es la imagen del cielo que palpita en el río,

es la imagen del cielo…

¡Oh, Señor! La belleza sólo es, pues, espejismo!

nada más Tú eres cierto, sé Tú mi último Dueño.

¿Dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo?

-Un poquito de ensueño te guiará en cada abismo,

un poquito de ensueño…

Amado Nervo

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SI UNA ESPINA ME HIERE…

¡Si una espina me hiere, me aparto de la espina,
…pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad
envidiosa en mí clava los dardos de su inquina,
esquívase en silencio mi planta, y se encamina hacia más puro
ambiente de amor y caridad.

¿Rencores? ¡De qué sirven! ¿Qué logran los rencores?
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,
y no prodiga savias en pinchos punzadores:
si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,

se llevará las rosas de más sutil esencia;
y si notare en ellas algún rojo vivaz,
¡será el de aquella sangre que su malevolencia
de ayer vertió, al herirme con encono y violencia,
y que el rosal devuelve, trocado en flor de paz!

Amado Nervo

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SI TÚ ME DICES VEN

Si tú me dices ven, lo dejo todo…
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada…
Pero dímelo fuerte, de tal modo

que tu voz como toque de llamada,
vibre hasta el más íntimo recodo
del ser, levante el alma de su lodo
y hiera el corazón como una espada.

Si tú me dices ven, todo lo dejo…
Llegaré a tu santuario casi viejo,
y al fulgor de la luz crepuscular,

más he de compensarte mi retardo,
difundiéndome ¡Oh, Cristo! como un nardo
de perfume sutil, ante tu altar.

Amado Nervo

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EL PIANO DE GENOVEVA

Piano llorón de Genoveva, doliente piano
que en tus teclas resumes de la vida el arcano;
piano llorón, tus teclas son blancas y son negras;
como mis días negros, como mis blancas horas;
piano de Genoveva que en la alta noche lloras,
que hace muchos inviernos crueles que no te alegras:
tu música es historia de poéticos males,
habla de encantamientos y de princesas reales,
de los pequeños novios que por robar los nidos
una tarde nublada se quedaron perdidos
en el bosque; y nos cuenta de la niña agraciada
que recibió regalos de sus once madrinas,
que no invitó a la otra a sus bodas divinas
y que sufrió por ello los enojos del hada.

Me pareces, ¡oh piano!, por tu voz lastimera,
una caja de lágrimas, y tu oscura madera
me evoca la visita del primer ataúd
que recibí en mi casa en plena juventud.

Piano de Genoveva, te amo por indiscreto;
de tu alma a todo el mundo revelas el secreto;
cuentas, uno por uno, todos tus desengaños.

Piano llorón, la hermosa más hermosa del valle
se nos ha vuelto triste por que tiene treinta años
y no hay por todo el pueblo que ronde por su calle.

Genoveva, regálame tu amor crepuscular:
esos dulces treinta años yo los puedo adorar.
¡Ruégala tú que al menos, pobre piano llorón,
con sus plantas minúsculas me pise el corazón!

Ramón López Velarde

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LA ASCENSIÓN Y LA ASUNCIÓN

Vive conmigo no sé qué mujer
invisible y perfecta, que me encumbra
en cada anochecer y amanecer.

Sobre caricaturas y parodias,
enlazado mi cuerpo con el suyo,
suben al cielo como dos custodias…

Dogma recíproco del corazón:
y ser por virtud ajena y virtud propia,
a un tiempo la Ascención y la Asunción!

Su corazón de niebla y teología,
abrochado a mi rojo corazón,
traslada, en una música estelar,
el Sacramento de la Eucaristía.

Vuela de incógnito el fantasma de yeso,
y cuando salimos del fin de la atmósfera
me da medio perfil para su diálogo
y un cuarto de perfil para su beso…

Dios, que me ve que sin mujer no atino
en lo pequeño ni en lo grande, dióme
de ángel guardián un ángel femenino.

¡Gracias, Señor, por el inmenso don
que transfigura en vuelo la caída,
juntando, en la miseria de la vida,
a un tiempo la Ascensión y la Asunción!

Ramón López Velarde

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OJOS VERDES

Ojos que nunca me veis,
por recelo o por decoro,
ojos de esmeralda y oro,
fuerza es que me contempléis;
quiero que me consoléis
hermosos ojos que adoro;
¡estoy triste y os imploro
puesta en tierra la rodilla!
¡Piedad para el que se humilla,
ojos de esmeralda y oro!

Ojos en que reverbera
la estrella crepuscular,
ojos verdes como el mar,
como el mar por la ribera,
ojos de lumbre hechicera
que ignoráis lo que es llorar,
¡glorificad mi penar!
¡No me desoléis así!
¡Tened compasión de mí!
¡Ojos verdes como el mar!

Ojos cuyo amor anhelo
porque alegra cuanto alcanza,
ojos color de esperanza,
con lejanías de cielo:
ojos que a través del velo
radian bienaventuranza,
mi alma a vosotros se lanza
en alas de la embriaguez,
miradme una sola vez,
ojos color de esperanza.

Cese ya vuestro desvío,
ojos que me dais congojas;
ojos con aspecto de hojas
empapadas de rocío.
Húmedo esplendor de río
que por esquivo me enojas.
Luz que la del sol sonrojas
y cuyos toques son besos,
derrámate en mí por esos
ojos con aspecto de hojas.

Salvador Díaz Mirón

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RIMAS

El día con su manto
de vívidos colores,
inspira cosas dulces:
la risa y la ilusión.
Entonces la mirada
se inclina hacia las flores…
Las flores son los versos
¡que el prado canta al sol!

La noche con su sombra,
que deja ardientes rastros,
inspira cosas graves:
la angustia y la oración.
Entonces la mirada
se eleva hacia los astros…
Los astros son los versos
¡que el cielo canta a Dios!

Qué pliegue su ala de oro
la tarde en el vacío;
que pasen por mi mente
las ondas del Cedrón;
que caiga de la nube
la gota de rocío;
¡que radien las estrellas,
que trine el ruiseñor!

Salvador Díaz Mirón

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DESEOS

Yo quisiera salvar esa distancia
ese abismo fatal que nos divide,
y embriagarme de amor con la fragancia
mística y pura que tu ser despide.

Yo quisiera ser uno de los lazos
con que decoras tus radiantes sienes;
yo quisiera en el cielo de tus brazos
beber la gloria que en los labios tienes.

Yo quisiera ser agua y que en mis olas,
que en mis olas vinieras a bañarte,
para poder, como lo sueño a solas,
¡a un mismo tiempo por doquier besarte!

Yo quisiera ser lino y en tu lecho,
allá en la sombra, con ardor cubrirte,
temblar con los temblores de tu pecho
¡y morir de placer al comprimirte!

Oh, yo quisiera mucho mas! Quisiera
llevarte en mi como la nube al fuego,
mas no como la nube en su carrera
¡para estallar y separarse luego!

Yo quisiera en mi mismo confundirte,
confundirte en mi mismo y entrañarte;
yo quisiera en perfume convertirte,
¡convertirte en perfume y aspirarte!

Aspirarte en un soplo como esencia,
y unir a mis latidos tus latidos,
y unir a mi existencia tu existencia,
¡y unir a mis sentidos tus sentidos!

Salvador Díaz Mirón

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A MARGARITA

Qué radiosa es tu faz blanca y tranquila
¡bajo el dosel de tu melena blonda!
Qué abismo tan profundo tu pupila,
¡pérfida y azulada como la onda!

El fulgor soñoliento que destella
en tus ojos donde hay siempre un reproche
viene cual la mirada de la estrella
de un cielo ennegrecido por la noche.

Tu rojo labio en que la abeja sacia
su sed de miel, de aroma y embeleso,
ha sido modelada por la gracia
más para la oración que para el beso.

Tu voz que ora es aguda y ora grave,
llena de gratitud suena en mi oído
como el saludo arrullador del ave
al sol naciente que despierta el nido.

Salvador Díaz Mirón

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Entre Irse y Quedarse

Entre irse y quedarse duda el día,
enamorado de su transparencia.

La tarde circular es ya bahía:
en su quieto vaivén se mece el mundo.

Todo es visible y todo es elusivo,
todo está cerca y todo es intocable.

Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz
reposan a la sombra de sus nombres.

Latir del tiempo que en mi sien repite
la misma terca sílaba de sangre.

La luz hace del muro indiferente
un espectral teatro de reflejos.

En el centro de un ojo me descubro;
no me mira, me miro en su mirada.

Se disipa el instante. Sin moverme,
yo me quedo y me voy: soy una pausa.

Octavio Paz

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EL MILAGRO PEQUEÑO
Aquella pobre niña
que aún no tenía senos…

Y la niña lloraba:
-Yo quiero tener senos.
-Señor, haz un milagro:
un milagro pequeño.

Pero Dios no la oía,
allá arriba, tan lejos…

Y cogió dos palomas,
se las puso en el pecho…
Pero las dos palomas
levantaron el vuelo.

Y cogió dos estrellas,
se la puso en el pecho…
Las estrellas temblaron
y se apagaron luego.

Y cogió dos magnolias,
se las puso en el pecho…
Las dos magnolias blancas
deshojaron sus pétalos.

Y cogió dos panales,
se los puso en el pecho…
Y la miel y la cera
se helaron en el viento.

¡Un milagro, Señor,
un milagro pequeño!

Pero Dios no la oía,
allá arriba, tan lejos.

Y un día fue el amor;
se le entró pecho adentro
¡y se sintió florida!
Le nacieron dos senos
con pico de paloma,
con temblor de luceros,
como magnolias, blancos;
como panales, llenos.

¡Igual que dos milagros…
pequeños!

Alejandro Casona

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Dar…

¿Olvidaste el reír? ¿Aprendiste a llorar?
Será que no conoces la alegría de dar…
Podemos con tan poco disipar el sufrir…
Y empezar nuevamente a aprender a reír…

¡Ah, si tu conocieras la alegría de dar…!

Mira, es… es la forma más hermosa de amar.
Que reciban los otros,
parte de nuestro ser;
ser la fuente generosa
para que todos puedan beber;
reconocerse agua y darse sin pensar,
pues las almas son como las plantas,
a las que hay que regar…
Benditos y felices los que logran decir:
“Hoy me he dado“

…Merecen la dicha de vivir.

¡Tanto se puede dar!
¡Tanto se puede hacer!
A ese niño que pasa, tú lo puedes querer,
A la mujer que sufre la alienta tu reír,
Al hombre que trabaja lo anima tu cantar…
Y tu puedes cantar,
y tú puedes reír,
y tú puedes querer…

¿Ves que fácil tarea?..
¡Sí, la puedes hacer!..
Olvida tu sufrir y olvida tu llorar.
¡Regálate a ti mismo la alegría de dar!

Autor: Isabel Reyes Carrillo, poeta peruana.

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Último Brindis

Lo queramos o no

sólo tenemos tres alternativas:

el ayer, el presente y el mañana.

Y ni siquiera tres

porque como dice el filósofo

el ayer es ayer

nos pertenece sólo en el recuerdo:

a la rosa que ya se deshojó

no se le puede sacar otro pétalo.

Las cartas por jugar

son solamente dos:

el presente y el día de mañana.

Y ni siquiera dos

porque es un hecho bien establecido

que el presente no existe

sino en la medida en que se hace pasado

y ya pasó…

como la juventud.

En resumidas cuentas

sólo nos va quedando el mañana:

yo levanto mi copa

por ese día que no llega nunca

pero que es lo único

de lo que realmente disponemos.

Nicanor Parra.

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TODO ERA AZUL

Todo era azul delante de aquellos ojos y era

verde hasta lo entrañable, dorado hasta muy lejos.

Porque el color hallaba su encarnación primera

dentro de aquellos ojos de frágiles reflejos.

Ojos nacientes: luces en una doble esfera.

Todo radiaba en torno como un solar de espejos.

Vivificar las cosas para la primavera

poder fue de unos ojos que nunca han sido viejos.

Se los devoran. ¿Sabes? No soy feliz. No hay goce

como sentir aquella mirada inundadora.

Cuando se me alejaba, me despedí del día.

La claridad brotaba de su directo roce,

pero los devoraron. Y están brotando ahora

penumbras como el pardo rubor de la agonía.

Miguel Hernández

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A LAS ESTRELLAS

Reina el silencio: fúlgidas en tanto
Luces de paz, purísimas estrellas,
De la noche feliz lámparas bellas,
Bordáis con oro su luctuoso manto.

Duerme el placer, mas vela mi quebranto,
Y rompen el silencio mis querellas,
Volviendo el eco, unísono con ellas,
De aves nocturnas el siniestro canto.

¡Estrellas, cuya luz modesta y pura
Del mar duplica el azulado espejo!
Si a compasión os mueve la amargura

Del intenso penar por que me quejo,
¿Cómo para aclarar mi noche oscura
No tenéis ¡ay! ni un pálido reflejo?

Gertrudis Gómez de Avellanada
Fue una novelista, dramaturga y poetisa
cubano-española del Romanticismo.

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Hayyyy Rosita como me gusto este poema y si es cierto para que rencores no logran nada
saluditos amiga :rose: :hibiscus:

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EL CAMPANERO

Me contó el campanero esta mañana
que el año viene mal para los trigos.
Que Juan es novio de una prima hermana
rica y hermosa. Que murió Susana.
el campanero y yo somos amigos.

Me narró amores de sus juventudes
y con su voz cascada de hombre fuerte,
al ver pasar los negros ataúdes
me hizo la narración de mil virtudes
y hablamos de la vida y de la muerte.

-¿Y su boda, señor? -Cállate, anciano.
-¿Será para el invierno? -Para entonces,
y si vives, aun cuando su mano
me dé la Muerte, campanero hermano,
haz doblar por mi ánima tus bronces.

Ramón López Velarde

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Hermoso amiga lleno de romantisismo me encanto gracias

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[quote=“Mariajuarez, post:17, topic:118065, full:true”]
Hayyyy Rosita como me gusto este poema y si es cierto para que rencores no logran nada
saluditos amiga :rose: :hibiscus:

Asi es amiga, gracias por entrar♥

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